lunes, 14 de octubre de 2013

                                   LAS  ANDRINAS Y EL PACHARÁN


Víctor Villar Pis

Es en otoño cuando cambian de color las hojas de los árboles, y es cuando podemos apreciar la madre naturaleza en estado puro de colores. Así, los amarillos, magentas, malvas, marrones, morados, rojos, verdes..., nos animan bajo los tristes cielos otoñales y los paseos montañeros que se realizan se pueden acompañar con la recogida de frutos, como hicimos mi buen amigo Moisés San Juan y yo en la montaña leonesa del Alto Esla, una de las zonas más hermosas y poco frecuentadas.
 
 
Conocido como andrinal, escayandrín o prunal en Asturias, bruño en Andalucia, aranyó en Cataluña, abruñeiro en Galicia, arañones en Navarra, patxarán en el País Vasco y andrinas en la mayoría de España, este arbusto caducifolio oriundo de Asia y Europa de la familia de las rosáceas, es muy enmarañado y espinoso, tiene de 4 a 6 metros de altura, es de color pardo negruzco, de hojas ovales y perioladas y sus flores muy vistosas. Su madera es muy dura, de color pardo rojizo y fuertemente veteada. Se puede encontrar en las orillas de los caminos, en terrenos húmedos y en algunos casos también podemos encontrarlos hasta los 1.500 metros de altitud.
 
Actualmente se está extendiendo mucho en España con fines comerciales, dado que el Pacharán que se extrae de sus frutos, es una bebida muy extendida y comercializada.


El fruto endrina, es una drupa de pequeño tamaño (5 - 10 mm.) de diámetro y su forma ovalada, de color azulado o casi negro, textura aterciopelada y sabor agridulce. Están llenas de propiedades aromáticas y astringentes, pero sobre todo son una fuente de antioxidantes.
 
Es el mes de octubre el más propicio para la recogida de las bayas de las andrinas (Prunus spinosa), con las que hacemos el pacharán.

 
Después de recogerlas hay que lavarlas bien, quitarles los rabitos y tirar las que veamos estropeadas o con agujeros. Si las ponemos en un recipiente con agua un buen rato  quedan bien lavadas y así, las que veamos flotar, las tenemos que retirar al no ser buenas.

 
Una vez las tengamos limpias, las metemos en los recipientes, a ser posible de boca ancha, donde vayan a macerar. Se rellenan en la proporción de peso y añadimos los que queramos añadir, completando el recipiente con el resto del anís.

 La maceración mínima es de unos 6 meses en sitio fresco y oscuro, y le debemos de dar vuelta de vez en cuando. Una vez macerado, lo debemos de pasar por un tamiz, retiramos los frutos y el licor obtenido lo introducimos en las botellas. El contenido alcohólico está comprendido entre 25 y 30% del volumen que se obtiene de la maceración.

                           
 
Los ingredientes y fórmula como la hacemos en La Curuxa del Sueve es como sigue:
  • Anís corriente  1 litro
  • Endrinas  (250 gramos)
  • Una rama de canela
  • Una rama de vainilla
También se pueden añadir otros aromatizantes opcionales, tales como 4-6 granos de café y mezclar  cuatro/cinco partes de anís con una parte de orujo.

 
Esta bebida es característica de Navarra donde se lleva bebiendo desde la Edad Media, pero actualmente es una de las más requeridas y debe servirse fría o con hielo. Todo un placer.